70 CENTÍMETROS

La medida de las cosas es relativa. Puede que 1 día no te parezca nada, pero pregúntale a dos enamorados que esperan para verse. Sería una eternidad….O ¿si tuvieras que cobrar el gordo de la lotería? Seguro que no te importaría esperar 1 día, pasa en seguida…

70 centímetros puede no parecer mucho. Pero cuando se trata de un tubo de drenaje post-quirúrgico que tienes alojado, cruzando primero tu piel, y después tu musculatura abdominal, para alojarse en tu endometrio, creedme que os parecería como una catedral de grande.

Encontrábame yo tranquilamente postrado, días después de la intervención, cuando sonó el toc-toc de la puerta. No puede evitar sonreir ya que tengo que admitir sin ningún rubor que la enfermera rubia era mi tipo, y parece que no sólo de físico…La acompañaba una auxiliar mulatita, que fue muy simpática todos los días. De hecho, ya le dije a mi hermano Kiko que no me gustaría salir del hospital sin ir a darle un abrazo al de recursos humanos, por Dios que calidad en la selección: Un elenco magistral de chicas monas.

Pero esta rubia se llevaba la palma. Lástima que nuestra relación no iba a comenzar con buen pié, ya que lo segundo que oí de su boca tras las buenas tardes de rigor fue «Venimos a quitarte el drenaje». A lo que contesté alto y claro : «esto no va a ser divertido».

Entonces mi rubia (que a estas alturas de la historia ya es mía) se me acercó y noté «algo». Debo hacer un inciso aquí contando a los que no me conocen que tengo una empatía mucho más desarrollada de lo normal. Me gusta llamarlo mi superpoder preferido. La empatía, para aquellos que os suena de algo pero no se de qué, es un sentido: El sentido de saber lo que sienten los demás, nos deja ponernos en su lugar. Desgraciadamente, en esta sociedad auto-sociópata que vivimos, ese tipo de sentidos importa un comino y cada vez nos sentimos menos los unos a los otros. Nacemos con ello, pero la vida nos lo va quitando…. Yo nací naturalmente empático, pero con los años es un sentido que he querido desarrollar y tengo claro que es uno de los rasgos que más me hacen el hombre en el que me he convertido. Un «genio y figura» que tanto me dice uno de los amores de mi vida, mi hermana Alba.

Volviendo a mi rubia, que ya se encontraba pegada a mí en la cama (ay rubia si fuera en otra cama!) se puso a mi altura y me miró a los ojos por primera, que no última, vez. Y ahí en ese algo, noté que algo de mí la agradó. Y se le esbozó una minúscula sonrisa. Lo que los entendidos en inteligencia emocional denominamos “microgesto”, apenas perceptible. La vida se basa en momentos, y era el momento de decir algo, aunque que la rubia tuviera una cuchilla en la mano a centímetros de mí, no dibujaba una imagen muy halagüeña.

– “Uy rubia, tienes cara de que te mole hacer daño a un tío grande”
– “¿Sí, verdad?”

En ese momento ya no disimulaba la sonrisa, y por su gesto creí adivinar que tuvo alguna pareja anterior grandote, al que seguramente le recordaba, y al que probablemente no le importaría cantarle las 40 cuanto menos, aún pasado el tiempo.

Rubia: (mirándome a los ojos directamente) Bueno, a ver si te va a dar miedo esto ahora, no sabes tú como me gusta eso….
Yo : Rubia, a mí no me la das, no vayas de dura porque mucho … (haciendo con la mano un aspaviento como la boca de pato) y luego no eres nadie.
Rubia : Es verdad, me has calado, tanto hablar …. ¿y tú?
Yo : Pues eso lo vamos a saber ahora, ¿no?

Y entre toda esta conversación, todo estaba listo y su mano asía para tirar del tubo, solo dijo “Respira profundo” y ….

Creo que debo parar expresamente para deciros que si algún profesional relacionado con la medicina os pide eso, lo que va a pasar es MALO.

Sentí un tirón, del que la sensación era tan desagradable como el dolor mismo. Era como si me tiraran del mismísimo intestino para jugar a la soga. Joer que esto no es THE WALKING DEAD…..El dolor me hizo tensar toda la zona abdominal, lo cual con 25 puntos y una treintena de grapas me hizo el dolor más intenso aún….

Solté el aire, suspirando, pero sin un solo ruidito….Creyendo que todo había pasado, malas noticias otra vez de la rubia:

– Venga, solo queda un tirón.

((¿como? ¿otro? En serio ??? pensaba para mí…esta de coña?))

– ¿Estas preparado?

No podía ni hablar, todavía el eco de la contracción me dolía horrores, pero la miré de nuevo a los ojos y asentí con la cabeza. Otro “respira” y una vez más exactamente la misma experiencia, pero esta vez sí pudo completar la salida.

Y tampoco gemí ni un poquito….. Busqué los ojos de la rubia, que ya no volvieron….Igual que no volvió ella tras esa tarde. No sé que motivo pudo haber para que no me mirara otra vez, pero creo que la impresioné más yo a ella que ella a mí. Y admitir eso quizá la llevaba a alguna situación en la que no quería verse: ¿pareja? …probablemente, quien sabe.

Y ahí acabó lo nuestro, tan breve pero intenso, tras 70 centímetros… Me quedé esperando que volviera, como ella quedó esperando algún gemido mío…..

Dedicada a mi madre, que no se separó de mi, Rocío.

«Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno; porque tú estarás conmigo»
Salmos 23:4